13.5.12

Sonido Nacional. Mi reconciliación con los Beatles.

Desde hace algunos meses soy suscriptor del servicio básico de televisión satelital Dish, porque el costo de la televisión por cable en ranatitlán para mi fue insostenible, argumento que utilicé para convencer a mi amada domadora para remplazar el servicio por algo más económico, aunque en el fondo lo que perseguía era que ella y mis chilpayates se mantengan alejados del enriquecedor contenido visual, informativo y pedagógico ofrecido por Televisa (los de TVAzteca desde el chiquihuetazo desaparecieron de mi televisor como mi boicot individual contra los del Ajusco), por ello dejé de enterarme que persistía en el monopolio televisivo ese espacio musical llamado "México Suena" que presenta lo más granado de las propuestas musicales que esa empresa dirige a sus televidentes; sin embargo desde hace algunas semanas se empezó a escuchar la señal de WRadio en el 99.7 de FM en mi equipo modular (con lo cual confirmo que soy un hombre del siglo pasado), y de vez en cuando le atoro a "El hueso" programa de revista política de esa emisora, donde con sumo disgusto supe nuevamente de tan nefanda información. 
Así que he decidido regresar a mi inútil ejercicio de presentar, conforme a mi único, intolerante, berrinchudo y personal criterio las propuestas musicales que efectivamente vale la pena escuchar en Méxiquitititito inc. y que hace aproximadamente un año presentaba en Facebook como "México Suena... con madre", ahora bajo el nombre de "Sonido nacional", al cual también se agregarán desde ahora aquellos sonidos que creo impactan socialmente en nuestros lares. 
Así que va de nuez... 
Hoy en Sonido Nacional. Retumbó en sus centros la tierra y no fue movimiento telúrico con epicentro en Oaxaca o Guerrero, fue una onda expansiva desde el ombligo nacional: la Plaza de la Constitución, para el vulgo el Zócalo. Aunque no se hayan roto records, (pinches mexicanitititos seguimos prefiriendo a Chente y Shakira), aunque no haya sido John o George, el 10 de mayo México sonó a los Beatles y otro poquito a los Wings, gracias a un reverdecido Paul McCarney, quien nunca fue mi preferido aunque algunas de sus canciones sí lo sean, que logró una actuación redonda y rotunda para la plebe que no pudo pagar boletos para el Estadio Azteca. Y como parte de esa plebe, fue mi personal reconciliación con los Fab Four, a quienes he dejado un poco porque mi ego y mamonería musical me han llevado a inclinarme por The Who y los Rolling. Las casi tres horas de música, la disposición de Paul, la producción, el espectáculo, la iluminación, la calidad del audio hacen pensar que la industria musical tiene momentos grandiosos, éste fue uno de ellos. Ojalá y así sonara siempre Mexiquititito Inc.

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1 comentario:

  1. Bien por esa reconciliación, Temo. No le aunque que sea a través del beatle más azucarado, je!

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